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Factores de riesgo y causas comunes de los TCA

Podemos clasificar en tres grupos los factores de riesgo o predisponentes para desarrollar un TCA:  los individuales, familiares y socioculturales. La combinación de estos factores de vulnerabilidad junto con otro tipo de factores desencadenantes y mantenedores son los que pueden llevar al desarrollo y mantenimiento de la enfermedad. Vamos a entrar en detalle:

Factores Individuales

Son los que se refieren a la personalidad, como por ejemplo el perfeccionismo y el autocontrol, que son dos factores destacados. En los TAs en los que predominan las conductas restrictivas, también se asocian factores como una elevada autoexigencia, tendencia al pensamiento obsesivo y a la evitación. En TAs en los que predomina la sintomatología atracón/purga se asocian rasgos de personalidad más impulsivos. Algo común en todos los tipos es una baja autoestima, imagen corporal negativa, miedo a la madurez, dificultades en la identificación y expresión emocional y cambios corporales como consecuencia del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios.

Factores Familiares

Familias sobreprotectoras, intrusivas, evitadoras de los conflictos y con dificultades para la resolución de problemas. También familias en las que hay una elevada autocrítica y falta de reconocimiento. Otras características a destacar a nivel familiar es la preocupación excesiva por la apariencia, la autovalía y el éxito. Un factor de riesgo es que hayan personas con Trastornos Alimentarios en la familia o que sean “dietantes crónicos”. En cualquier caso, hay que tener presente que esto son solo factores explicativos.

Factores Socioculturales

El ideal de belleza femenino imperante en nuestra sociedad que gira en torno a la delgadez, el sesgo que muestran las redes sociales manipulando cuerpos y creando cuerpos irreales, la cosificación del cuerpo femenino, el estigma social de peso y la gordofobia estructural… Esto son solo algunos de los condicionantes socioculturales que empujan, sobre todo a las mujeres, a estar insatisfechas con sus cuerpos y a empezar una guerra contra ellos. 

Signos Comunes en los TCA

El elemento central que ocupa todos los Trastornos Alimentarios es que la persona se autoevalúa por un sistema que se rige por sus hábitos alimentarios, su figura, su peso y su capacidad para controlaros. La sobrevaloración de la figura y el peso y su control, es la pieza que mantiene el problema.

De ahí se derivan comportamientos dirigidos al control del peso (como las dietas), también deriva la evitación del propio cuerpo (como podría ser mirarse al espejo) y los rituales de comprobación de peso para controlarlo (como pesarse de forma compulsiva). La única conducta que no deriva directamente de lo que se llama el núcleo psicopatológico de los TCA (control de peso y figura) es el atracón, pero esta es consecuencia de la restricción y de estar gran parte de su vida haciendo dieta.

Algo que también es común en los TA, es que la persona afectada focaliza toda su atención en la comida y cuerpo y que, por lo tanto, vaya perdiendo el interés por otros temas. 

Otro signo común es que las personas que sufren un TA tienden a pensar que la delgadez es la solución, que les proporcionará bienestar, mejorará su autoestima o que tendrán más éxito en sus relaciones y serán más queridas. Generalmente han sufrido acoso por el tamaño y la forma de su cuerpo, así que asocian esa corporalidad al sufrimiento. Como consecuencia construyen la creencia de que si ese cuerpo es el que les ha generado dolor, la solución se encuentra en cambiar el cuerpo para dejar de sufrir. 

Importancia de la Detección Temprana

La detección temprana de este tipo de problemas es clave para asegurarnos de que estamos interviniendo de forma adecuada y de que podemos aumentar las posibilidades de éxito del tratamiento.

Barreras que nos encontramos para ayudar a alguien con TCA

Una de las barreras más comunes que nos encontramos para poder ayudar a la persona afectada es la vergüenza, ya que puede pensar que no la van a entender o que su tipo de cuerpo y su peso no se corresponden al “prototipo” de persona que sufre un TA. Por este  motivo, pueden sentir que no están “suficiente graves o enfermas” para recibir ayuda. 

También es posible que la persona se avergüence de las conductas que realiza para intentar controlar su peso, como vomitar o consumir laxantes, o incluso que se avergüence de contar que come a escondidas o hace atracones. El principal miedo es que la juzguen y que no la entiendan, así que posponen la demanda de ayuda y esto hace que el problema se vaya agravando.

En otros casos, el entorno y la familia, ante el desconocimiento de este tipo de problemáticas, tienden a minimizar los síntomas o simplificarlos, de forma que acaban haciendo comentarios como “lo que tiene que hacer es comer más (o menos) y punto”. Un TA es un trastorno psicológico y emocional, la mala relación con la comida es solo la manifestación de que hay otro tipo de conflictos más profundos. Si solo ponemos el foco en estabilizar lo que aparece en la punta del iceberg, la remisión del problema solo será parcial.

Otra barrera que también podemos encontrarnos para detectar e intervenir el problema de forma temprana, es que la persona no sea consciente plenamente del mismo y por lo tanto considere que no necesita pedir ayuda. En nuestra sociedad hay un sinfín de conductas alimentarias alteradas que están normalizadas y aceptadas socialmente, esto supone que personas que están en riesgo de sufrir un TA o ya han debutado en un TA, no sean conscientes de ello.

Por último, me gustaría recordarte que los Trastornos Alimentario sí se curan y que nosotras podemos acomapañarte en este camino.

Bibliografía: El enemigo en el espejo, de la insatisfacción corporal al trastorno alimentario. Diana Kirszman y Mª del Carmen Salgueiro. Tea Ediciones.

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