Si tenemos en cuenta que en España entre el 4,1 al 6,4% de mujeres jóvenes sufre un Trastorno Alimentario (fuente: SEMG), entenderemos la importancia de hacer una detección temprana de este tipo de problemas, esto es crucial para que el pronóstico de la enfermedad sea más favorable. Para ello, tenemos que conocer las señales de alarma que se presentan cuando alguien sufre un Trastorno Alimentario. Si identificamos alguna de estas señales, lo más prudente es no minimizarlas, tenerlas en cuenta dentro del contexto y buscar ayuda de profesionales especializados en este ámbito.
Contenidos del artículo
ToggleQué son los trastornos de la conducta alimentaria o TCA
Qué es un TCA
Los TCA o Trastornos de la Conducta Alimentaria son enfermedades mentales graves que se caracterizan principalmente por una alteración en la conducta alimentaria y una preocupación excesiva por el peso y la figura. Son trastornos que tienen un impacto muy severo en la salud física y mental de la persona que lo sufre y que la limitan en su funcionamiento psicosocial. Su etiología es multifactorial, es decir, existen diferentes causas de tipo individual, familiar y social que explican el desarrollo y el mantenimiento de este tipo de problemas.
Tipos más comunes de TCA: Trastornos de la conducta alimentaria
Los TCA se clasifican en ocho tipos según el manual diagnóstico para la clasificación de los trastornos mentales DSM-V, pero los que tienen una mayor prevalencia en nuestra población son: La Anorexia Nerviosa, la Bulimia Nerviosa, el Trastorno Por Atracón y el Trastorno de la Conducta Alimentaria No Especificado o TCANE.
Existe la creencia en nuestra sociedad de que la Anorexia es el Trastorno Alimentario más presente por ser el más conocido, pero la realidad es que el más presente en nuestro país es el Trastorno por atracón por encima de la Anorexia y la Bulimia.
Anorexia
Es la restricción del consumo de energía respecto a las necesidades individuales que conduce a un infrapeso significativo según edad, sexo, trayectoria evolutiva y de salud física. Es el miedo intenso a aumentar de peso que lleva a la persona a una conducta persistente para el control de su peso.
Podemos hablar también de la Anorexia Atípica (a pesar del nombre es de las más típicas) en la que se cumplen todos los criterios para la Anorexia Nerviosa excepto que, a pesar de la pérdida de peso significativa, la persona se encuentra dentro de una rango de peso que se considera «normal»
Bulimia
Episodios recurrentes de sobreingesta que se caracterizan por comer en un periodo de tiempo limitado una cantidad de comida superior a la que se comería normalmente y por la sensación de pérdida de control sobre la ingesta. También se dan conductas inadecuadas de compensación dirigidas a prevenir el aumento de peso, como son la autoinducción del vómito, el uso inadecuado de laxantes, diuréticos u otras medicaciones; ayuno o excesivo ejercicio físico. La autoevaluación esta influida en exceso por la silueta y el peso, igual que en la Anorexia.
Trastorno por atracón
Episodios recurrentes de sobreingesta que se asocian con tres o más de las siguientes características:
- Comer más rápido de lo normal.
- Comer hasta sentirse incómodamente lleno.
- Comer grandes cantidades de comida cuando la persona no se siente físicamente hambrienta.
- Comer solo, debido a sentir vergüenza por comer demasiado
- Con posterioridad, sentirse enfadado con uno mismo, deprimido o muy culpable.
Trastorno de la Conducta Alimentaria No Especificado (TCANE)
Esta categoría se utiliza en situaciones en las que la persona afectada por el TCA no cumple de forma rigurosa en todos los criterios de las categorías anteriores, pero sí se considera que hay una problemática en relación a la alimentación. En ocasiones se establece este diagnóstico y se especifica qué tipos de síntomas predominan, como podrían ser las conductas restrictivas o de ingesta compulsiva.
Síntomas comunes en los TCA
El elemento central que ocupa todos los Trastornos Alimentarios es que la persona se autoevalúa por un sistema que se rige por sus hábitos alimentarios, su figura, su peso y su capacidad para controlaros. La sobrevaloración de la figura y el peso y su control, es la pieza que mantiene el problema.
De ahí se derivan comportamientos dirigidos al control del peso (como las dietas), también deriva la evitación del propio cuerpo (como podría ser mirarse al espejo) y los rituales de comprobación de peso para controlarlo (como pesarse de forma compulsiva). La única conducta que no deriva directamente de lo que se llama el núcleo psicopatológico de los TCA (control de peso y figura) es el atracón, pero esta es consecuencia de la restricción y de estar gran parte de su vida haciendo dieta.
Algo que también es común en los TCA, es que la persona afectada focaliza toda su atención en la comida y cuerpo y que, por lo tanto, vaya perdiendo el interés por otros temas.
Otro signo común es que las personas que sufren un TA tienden a pensar que la delgadez es la solución, que les proporcionará bienestar, mejorará su autoestima o que tendrán más éxito en sus relaciones y serán más queridas. Generalmente han sufrido acoso por el tamaño y la forma de su cuerpo, así que asocian esa corporalidad al sufrimiento. Como consecuencia construyen la creencia de que si ese cuerpo es el que les ha generado dolor, la solución se encuentra en cambiar el cuerpo para dejar de sufrir.
Cambios físicos y comportamentales
Cambios en la conducta
- Iniciar una dieta. Aunque las dietas parezcan inofensivas y muchas de ellas vengan acompañadas del mensaje “mejora tu salud”, hoy en día ya existen numerosos estudios que hablan de que iniciar una dieta es el principal desencadenante de un Trastorno Alimentario.
- Restricción de los alimentos. Esta conducta no lleva la etiqueta “dieta”, pero se basa en ir reduciendo las cantidades de comida o en eliminar algunos grupos de alimentos, por ejemplo. Las restricciones pueden ser más sutiles o más evidentes, pero hay que prestar importancia a todas ellas. Lo relevante no es la cantidad que se quita de comida, sino la intención que hay tras esta conducta que suele ser el control del peso y la figura.
- Atracones de comida. Son episodios en los que la cantidad de comida que se ingiere se considera mayor de la que se ingiere normalmente, además van acompañados de la sensación de pérdida de control. Los primeros momentos suelen ser placenteros pero enseguida aparecen ideas de arrepentimiento y un gran malestar. La mayoría de atracones incluyen alimentos que la persona intenta evitar comer.
- Sobreingestas de alimentos y picoteos. Pueden ser conductas como dar muchas viajes a la cocina y sentir que “estoy todo el día comiendo”, seguir comiendo una vez se ha terminado el plato aun estando saciada o esconderse para comer. La sensación que acompaña estas conductas es de funcionar de manera automática, sin tener consciencia de lo que realmente se esta comiendo.
- Purgas. Como los vómitos autoinducidos o el uso de laxantes y/o diuréticos. En ocasiones hay personas que justifican el vómito autoinducido con el argumento de que la comida les ha sentado mal o que les dolía la barriga, pero este discurso puede esconder la intención real de controlar el peso.
- Tener “alimentos prohibidos”. Se basa en clasificar los alimentos en buenos y malos y otorgarles un valor moral. En función de este criterio, se demonizan algunos alimentos y se eliminan.
- Poner excusas para no comer. Hay que presentar atención a la frecuencia con la que se da esta situación, ya que la persona afectada podría estar saltándose comidas de forma sistemática.
- Rituales o “manías” a la hora de comer. Algunos de estos rituales podrían ser no mezclar según qué alimentos, comer por colores, cortar la comida en porciones muy pequeñas o la velocidad en la ingesta, que podría ser muy rápida o muy lenta.
- Controlar la alimentación de los convenientes. Se trataría de querer cocinar siempre para los demás para tener el control de que la persona afectada es la que come menos (o más), comparar los platos, querer hacer siempre la comprar o supervisar los alimentos que hay en casa.
Cambios físicos
Antes de enumerar algunos cambios importantes a tener en cuenta en esta área, quiero resaltar que no podemos considerar que hay un problema alimentario solo cuando hay un peso muy bajo. El peso es solo un indicador de muchos de que puede haber un Trastorno Alimentario y en muchos casos ni siquiera es un indicador de presencia de TA ni de gravedad. Dicho esto, vamos con algunos indicadores:
- Fluctuaciones en el peso que no se explican por alguna causa orgánica.
- La persona afectada expresa un gran miedo a ganar peso.
- Ausencia de menstruación o menarquía.
Otras señales de alerta a tener en cuenta
Además de lo mencionado anteriormente, también tenemos que tener en cuenta otras señales que pueden alertarnos de que la persona en cuestión esté sufriendo un Trastorno Alimentario.
Cambios a nivel emocional
- Dificultad para identificar y expresar emociones. La persona empieza a centrarse en su cuerpo y los cambios físicos y cada vez se aleja más de su mundo emocional.
- Aislamiento y sentimiento de soledad. Muchas veces promovido por el malestar con la imagen corporal y el miedo a ser vista y rechazada por su aspecto.
- Sentimiento de desesperanza, vacío y desmotivación. Pérdida de interés por cosas que antes sí le gustaban.
- Verbaliza sentirse avergonzada de si misma.
- Marcada irritabilidad. La persona afectada se muestra más susceptible, con mayor suspicacia y menos tolerante ante situaciones complicadas.
- Estado afectivo ansioso-depresivo.
Cambios a nivel de pensamiento
- Más rigidez cognitiva y por lo tanto menos flexibilidad mental. El estilo de pensamiento esta cada vez más focalizado en el detalle y en lo concreto.
- El tema de conversación predominante es el peso y el cuerpo, el propio y el de las demás personas.
- La percepción del propio cuerpo esta distorsionada, suele percibirse de un tamaño mayor de lo que realmente es.
- Dificultades para sentir cuando se esta saciada y cuando se tiene hambre.
- La autoestima se vincula principalmente a la delgadez. Cuanto menos peso, mejor autovaloración de si misma.
- Pérdida de atención, concentración y memoria.
- Creatividad y fantasía cada vez más empobrecidas.
Otros cambios en la conducta
- Uso excesivo de la báscula. La persona puede llegar a pesarse todos los días, incluso varias veces en el mismo día (antes y después de comer, antes y después de ir al baño, etc.)
- Hace un abuso del deporte. La persona afectada prioriza el hacer deporte ante cualquier otra actividad, se enfada si no puede seguir sus rutinas y no tiene en cuenta si esta cansada o le apetece hacer deporte, la única motivación para hacerlo es perder peso.
- Empeora su rendimiento en lo laboral o académico.
- Oculta su cuerpo, se viste con ropa oscura y ancha, aunque haga mucha calor no se quita capas, se sienta y se tapa con algo para que no le vean la barriga o las piernas, etc.
- Mentiras. La persona afectada hace un uso recurrente de las mentiras para ocultar conductas que le permiten mantener el control de la comida y el peso. Por el mismo motivo puede empezar a incumplir normas y saltarse límites. Esto puede llevar al incremento de los conflictos en el ámbito familiar.
Importancia de la detección temprana del TCA
La detección temprana de este tipo de problemas es clave para asegurarnos de que estamos interviniendo de forma adecuada y de que podemos aumentar las posibilidades de éxito del tratamiento. Pero para no tener que llegar a este punto, es más importante contribuir a la prevención de estos trastornos.
Prevención en los TCA
En sanidad no hay mejor inversión que la aplicada en la promoción de la salud mental y la prevención de las enfermedades mentales. Pero aunque debería ser prioritario, raramente lo es. Existen metanálisis que calculan que más de la mitad de las intervenciones preventivas reducen los factores de riesgo de los TA y algo más de un cuarto (29%) reducen la prevalencia y la incidencia de la patología alimentaria actual o futura.
Estrategias de prevención en el hogar y en la escuela
El trabajo en los factores de riesgo y de protección es fundamental. Es necesario estudiar cuales de esos factores de riesgo son modificables para así poder desarrollar una prevención segura y eficaz. Por otra parte, hay que hacer una intervención en fomentar y afianzar algunos factores de protección como la promoción de la salud mental y el bienestar.
La prevención de los TCA debe ir dirigida principalmente a la población diana, que son los adolescentes. Tiene que ser una prevención primaria, centrada en reducir los factores de riesgo e incrementar los factores de protección, este tipo de prevención es la que previene la reducción de la aparición de los TCA.
La prevención primaria tiene que ser también inespecífica. No se trata de darle información a los adolescentes sobre Trastornos Alimentarios ni explicarles qué son ni los síntomas que tienen. La prevención inespecífica se centra en trabajar autoestima, generar espíritu crítico delante de los mensajes que nos llegan de los medios y redes sociales, aprender a poner límites, etc.
Fomentar una imagen corporal positiva
Todos de alguna forma podemos participar de esta prevención, como por ejemplo no hablando ni criticando el propio cuerpo ni el de otras personas, no estigmatizando y señalando a las personas por su peso o simplemente siendo respetuosos con los demás. Hay múltiples formas de halagar y reconocer a una persona sin hablar de su cuerpo ni de su peso. Si queremos decir algo bueno de un niño, adolescente o cualquier persona huyamos del típico «que mona eres» y digámosles cosas que tengan que ver con sus habilidades personales y sus cualidades.
Cómo actuar ante la sospecha de un TCA
Cómo hablar sobre ello
Si pensamos que alguien cercano puede estar pasando por este problema y queremos ayudar y mostrarle nuestro apoyo, lo primero que tenemos que hacer es tomar conciencia de que las personas se dejan ayudar hasta donde ellas quieren, no hasta donde queremos nosotros. Teniendo en cuenta esto, lo mejor que podemos hacer por la persona que nos preocupa es mostrarnos disponibles, decirle que estamos ahí para ella y que cuando necesite ayuda puede contar con nosotros. Imponer la ayuda, hacer cosas que tiene que hacer ella o decirle lo que tiene que hacer para estar mejor, por lo general provoca sensación de amenaza en el otro y como consecuencia el rechazo a todo tipo de ayuda. Como decía antes, podemos hacer por la otra persona lo que nos permita hacer y muchas veces esto no es todo lo que nos gustaría.
También podemos hacer preguntas sobre lo que le ocurre en el plano emocional. Quiero destacar esto porque, aunque quizás precede una obviedad, cuando alguien sufre un TA la tendencia que tenemos es preguntar por la comida, hacerle comentarios sobre el peso, decir que no entendemos porque no come… Entrar en ese terreno es garantía de conflicto, además la otra persona puede sentirse todavía menos comprendida. Pero si hacemos preguntas tipo “¿Cómo estás?”, “¿Qué necesitas?”, “¿Hay algo que te preocupa?”, las personas afectadas suelen mostrarse más abiertas al diálogo y se sienten más acompañadas y comprendidas.
Si nos mostramos cerca, disponibles, empáticos y con una actitud de no juicio, cuando la persona se sienta lista para pedir y recibir ayuda, no tendrá miedo de pedirla y sabrá que puede contar con nosotros.
Cuándo buscar ayuda profesional
La ayuda profesional hay que buscarla en el momento en el que la persona afectada se siente limitada por su relación con la comida y con su cuerpo para desempeñar su funcionamiento global con normalidad. No es necesario esperar a que despierten ciertos síntomas, ante la sospecha lo más prudente es buscar ayuda.
Apoyo emocional y recursos disponibles
La actitud que es recomendable que tomen los familiares y personas cercanas es de escucha y disposición. No podemos tomar una actitud paternalista en la que creemos que sabemos mejor que la persona afectada lo que necesita.
En el caso de que la persona este en un estado muy severo y su salud y estado vital se encuentre en riesgo, la recomendación es acudir directamente a un servicio de urgencias.
No obstante, en cualquiera de las situaciones que nos encontremos, algo indispensable es tener una actitud empática, mostrarnos disponibles y abiertos para comprender la complejidad de este tipo de problemas.
Tratamiento y recuperación de los TCA
Formato de tratamiento
El formato de tratamiento más adecuado para la intervención de los TCA es el trabajo interdisciplinar entre distintos profesionales de la salud. El trabajo conjunto de psiconutrición (psicóloga + nutricionista) es la díada fundamental para empezar a trabajar en el TCA. Además, si fuera necesario, también se podrían contar con el trabajo de psiquiatría para el tratamiento psicofarmacológico de los síntomas y de medicina si hubiera un requerimiento de este tipo.
La recuperación es posible
La recuperación de un TCA puede tener formas muy distintas. De hecho, a mi me gusta pensar que la recuperación es un traje a medida para cada persona que llega a mi consulta. Un traje que se ajusta en función de su historia, sus traumas, su entorno, sus necesidades y sus anhelos. Gracias a todas las personas que han confiando en mi para que las ayudara en sus procesos de recuperación, he podido ver por mi misma como la recuperación total existe.
Algunos testimonios:
«Tras un tiempo visitando nutricionistas con el objetivo de bajar de peso, llegué a manos de Rocío. En la primera visita consiguió hacerme entender cuál podía ser el problema, en mi caso, se trataba de atracones y supo identificar de dónde venía. Siempre me ha hecho sentir a gusto y me he abierto con facilidad, ya que me costaba expresar lo que realmente sentía. Gracias a ella, he logrado entenderme a mí misma y al mismo tiempo ser capaz de hacer entender a mi entorno que estaba pasando un mal momento y así poder tener su apoyo. Todo esto me ha llevado a mejorar mucho en mi problema»
«La zona de confort es el mayor engaño que nos han vendido. Prefería seguir nadando en mi entorno conocido que dejarme andar más allá. He aprendido a leer mi mente, a aceptar esos miedos o temores a lo desconocido y a lo improvisado. Me he hecho amigo del enemigo para conocer sus flaquezas. Aceptar el error es uno de mis aciertos, porque quiere decir que he intentado equivocarme y, para alguien encerrado en su zona de confort, no hay mayor temor que el salir de ahí para equivocarse. Gracias Rocío, por haberme enseñado a equivocarme.«
Recursos de ayuda
Si quieres encontrar más información y otros recursos sobre los que aprender y poder sostenerte, puedes encontrar más dentro de mi página web.