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La importancia de la educación y la prevención en los TCA

Como ya mencioné en el post sobre identificar los síntomas de un TCA, en sanidad no hay mejor inversión que la que se dedica a la prevención y promoción de la salud mental. Más allá de estar informados sobre lo que son los TCA y cómo detectarlos, es importante que también conozcamos como prevenirlos fortaleciendo todas las áreas que están relacionadas con el desarrollo de este tipo de problemas. Te cuento cómo la prevención en TCA no es hablar de TCA, sino trabajar en los factores de riesgo y de protección.

La educación como estrategia preventiva

Cuando hablamos de prevención en TCA tenemos que tener en cuenta el contexto educativo, ya que la población de riesgo para sufrir este tipo de patología se encuentra principalmente en los adolescentes, por lo tanto no podemos obviar cómo se puede intervenir en las aulas ya que es un lugar en el que pasan mucho tiempo. Aunque la población diana son los adolescentes, cada vez nos encontramos más casos de niñas y niños alrededor de 10 años que ya manifiestan insatisfacción con su propia imagen corporal, así que esto nos invita a pensar que sería un tema a trabajar ya en las escuelas de primaria.

Programas de educación sobre alimentación

En muchos centros educativos ya hay implementados programas que llevan por título «alimentación saludable en la etapa escolar». Estos programas están dirigidos al alumnado y en algunos centros también a familias. Por lo general, consisten en explicarles a niños y adolescentes la distribución de las comidas diarias, les hablan de los diferentes grupos de alimentos, frecuencia de las ingestas y de cómo no despilfarrar alimentos, entre otros. Es importante que los niños y adolescentes puedan recibir esta información, pero también hay otros temas a los que no se les da tanta visibilidad y que son fundamentales para establecer una relación sana con la comida. Algo básico es que, en el momento de dar cierta información nutricional, no se categoricen alimentos entre buenos y malos. Esto moraliza los alimentos y genera culpa a la hora de consumir los supuestamente «malos». También es importante hablar sobre las preferencias alimentarias y escuchar nuestras apetencias. Otro tema es aprender a escuchar las señales que nos envía nuestro propio cuerpo en relación al hambre y la saciedad. Sobre todo, tenemos que tener en cuenta que educadores y padres somos modelos para ellos y tenemos que ser coherentes en lo que hacemos en nuestras prácticas alimentarias con el mensaje que transmitimos.

La importancia de la concienciación desde edades tempranas

La realidad es que cada vez hay más niñas y niños que expresan preocupación y malestar con su imagen corporal. Esta preocupación es la que deriva en conductas de riesgo para desarrollar un Trastorno de la Conducta Alimentaria, como por ejemplo iniciar una dieta, reducir cantidades en las ingestas o excluir algunos grupos de alimentos.

Por este motivo, es importante que podamos promover una buena relación con sus propios cuerpos desde la infancia. Algunas sugerencias pueden ser no cosificar a los cuerpos, es decir, hablar del cuerpo como un vehículo que nos permite vivir, nombrando todas las cosas que nos permite hacer. Relacionarnos con el cuerpo a través de su funcionalidad alejándolo de todo lo que tenga que ver con valorar el cuerpo a través de cuestiones estéticas. También es importante no criticar ni hacer comentaros sobre el propio cuerpo ni sobre el cuerpo de los demás, obviamente tampoco del de los niños. Trabajar la gratitud hacia el cuerpo también es una buena herramienta.

Señales de alerta y cómo actuar

Estar informados en las señales que nos pueden indicar que una persona esta desarrollando una relación problemática con la comida es importante para detectar un Trastorno Alimentario incipiente y por lo tanto intervenir a tiempo para mejorar el curso y el pronóstico del mismo.

Identificación de señales tempranas de TCA

Algo que nos va a ayudar a identificar un TCA de forma precoz son los cambios en la conducta alimentaria. Empezar una dieta, dejar de comer algunos alimentos que antes le gustaban de forma repentina o querer comer siempre sola pueden ser algunas señales. También es importante observar si han habido fluctuaciones en el peso que no tienen explicación aparente. Otro aspecto interesante a tener presente es el discurso en relación a la comida. No es importante solo lo que come o el peso (en muchos casos, el peso de la persona no es un indicador relevante) sino también de que forma habla de la comida, comentarios como «esto engorda mucho» o «esto es comida basura» podrían alertarnos. También el uso recurrente de la báscula y que la persona exprese preocupación e insatisfacción por su cuerpo. Cambiar la forma de vestir para ocultar el cuerpo también es una señal que debería preocuparnos o el abuso de la actividad física. Existen otros cambios en relación a la esfera emocional y cognitiva que son determinantes, puedes consultarlos todos de forma más detallada en síntomas TCA.

Cómo abordar la conversación sobre hábitos alimentarios

Cuando empezamos a observar cambios cómo los mencionados anteriormente, es complicado iniciar una conversación sobre ello, pero todavía se complica más si tenemos que hacerlo con una adolescente. Un elemento importante a tener en cuenta es tratar de no emitir juicios. Tenemos que abordar el tema desde el interés y la curiosidad por el estado de la persona que tenemos delante. Podemos mostrar preocupación e interés por saber qué la ha motivado a realizar estos cambios en su conducta alimentaria, preguntarle en relación a su estado emocional, si se siente bien con ella misma o si quiere compartir con nosotros alguna cosa que le preocupe. Aunque aparentemente una adolescente se puede mostrar cerrada en banda, no olvidemos que se encuentra en una etapa de la vida en la que necesita especialmente nuestra atención y apoyo.

Pasos a seguir en caso de detectar un posible TCA

Cabe decir que un síntoma o conducta de riesgo aislado no nos dice nada, todo aquello que veamos y nos alerte hay que ponerlo dentro de un contexto. Una vez hecho esto, podemos actuar de distintas formas en función de la gravedad y el estado de la persona que lo sufra. En los casos más graves, la recomendación es acudir a un servicio de urgencias hospitalario. En los casos más leves, se puede consultar a psicólogas de forma ambulatoria, que en el caso que consideren necesario, derivarán a nutricionistas u otros profesionales que deban estar implicados en el caso. Ahora bien, desde los casos más leves a los más graves, lo más importante es acudir a profesionales sanitarios que estén especializados en Trastornos de la Conducta Alimentaria.

El papel de la familia y la comunidad

Antes mencionaba el importante papel que tienen los colegios e institutos en la prevención y detección temprana de este tipo de problemas, pero es la familia la que tiene que estar al pie del cañón. Vamos a revisar qué puede hacer el entorno familiar para evitar el desarrollo de los Trastornos de la Conducta alimentaria.

Conductas de riesgo en la familia para un TCA

Con las primeras personas que nos relacionamos en nuestra vida son con nuestra familia, son referentes y actúan cómo modelo a seguir. Esto es importante ya que una de las formas de aprendizaje en nuestra infancia es a través del modelaje, es decir, copiamos e interiorizamos aquello que vemos en nuestros referentes. Si los padres están a dieta, hablan sobre calorías o no se consumen ciertos tipo de alimentos porque son «malos», los hijos van a interiorizar las mismas ideas y esto supone un factor de riesgo para el desarrollo de un TCA. Hacer comentarios despectivos sobre cuerpos que no entren en la aceptada norma de delgadez se convierte en un factor de riesgo y sobrevalorar la imagen y la apariencia por encima de otras dimensiones de los hijos también lo es. Patrones como el perfeccionismo, la exigencia y altos niveles de criticismo también pueden contribuir en el desarrollo de un TCA.

Cómo crear un entorno de apoyo y comprensión

Un clima familiar basado en la empatía y en la disponibilidad para escuchar y acompañar siempre es un entorno protector ante el desarrollo de cualquier patología mental. El respeto y la escucha activa son actitudes que tienen que estar presentes para generar confianza en la relación y que la persona afectada se sienta con la libertad de pedir ayuda y respaldo cuando lo necesite. Recordemos mostrar afecto y apoyo también en los momentos más complicados, aunque a veces se convierta en una tarea difícil.

Recursos y apoyos disponibles

Existen asociaciones que colaboran en la lucha contra los TCA en diferentes comunidades autónomas de nuestro país, ofrecen apoyo para el paciente y también para las familias, puedes consultar el listado en la página web FEACAB pinchando aquí.

También te dejo acceso a una guía elaborada por el Gobierno de Aragón sobre le prevención en los TCA que podría ser de ayuda tanto a familiares como a personas afectadas: Guía prevención de los Trastornos de la Conducta Alimentaria

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